Sólo la música que me gusta, me llega, me parece necesaria. Toda esa música que, con frecuencia, los medios se empeñan en impedir que escuchemos, pese a que, con mucha frecuencia, es la más valiosa.

domingo, 4 de mayo de 2008

Lucio Dalla, cantautor ma non troppo


Caruso



Un gran músico con una notable y muy acusada personalidad. Ese es Lucio Dalla (1943). Bajito, calvo, miope; siempre con algo sobre la cabeza, con frecuencia un sombrero panamá. Cantar como solista no entraba inicialmente entre sus planes. Apenas adolescente, tocó el clarinete con varias bandas de jazz para pasar posteriormente el grupo "I Flippers", donde comenzó a desarrollar el histrionismo que caracteriza gran parte de su trayectoria. Gamberreaba y actuaba descalzo, pero la música era su pasión, algo que se tomaba absolutamente en serio. Ya entonces demostraba estar dotado para el scat (improvisación vocal) y se convirtió en un hábil imitador del estilo de James Brown.

Es Gino Paoli, que coincide con el grupo en el Cantagiro (caravana de cantantes que recorría Italia y cuyos participantes se sometían al voto del público) de 1963, quien le convence de iniciar una carrera como solista e incluso le cede una canción suya para su primer disco. No pasa absolutamente nada. Su participación en el Cantagiro de 1964, además, le enfrenta al rechazo del público, que no acepta ni su estilo musical innovador ni su 'look' particular. Dalla se lo toma con filosofía. La música es su mundo y no lo va a abandonar. Sanremo -como a tantos- le espera para bien y para mal. Se va haciendo conocer y respetar e incluso, en el 67, actúa en una película de los hermanos Taviani, 'I sovversivi', por la que a punto estuvo de alcanzar el premio al mejor actor en el Festival de Venecia.


L'anno che verrà (Versionada en su día por Patxi Andión en castellano)


Como tantos de los que serán citados al final, en este capítulo que quiere ser el último de la serie dedicada a los cantautores italianos, Lucio Dalla no es en sentido estricto un cantautor (lo mismo, pero al revés -respecto a la paternidad de la música-, podría decirse de nuestro Joaquín Sabina). Sólo una minoría de las letras de Dalla son obra suya, aunque están impregnadas profundamente de su personalidad y responden a su eclecticismo musical, capaz de lidiar con éxito con el rock o el rythm and blues tanto como con la balada romántica o la canción de tono humorístico.

Tras pasar por los préstamos o las colaboracionesd iniciales de Paoli y Tenco, entre otros, los textos se deben en gran parte a Sergio Bardotti o Gianfranco Baldatti hasta 1973. Luego, durante cuatro años, colabora con el poeta Roberto Roversi, abriendo uno de los periodos más brillantes para su carrera y para la canción de autor italiana. Estamos ante años tremendamente convulsos en la política italiana. Roversi quiere llevar los problemas y el lenguaje político a las canciones y Dalla rechaza el riesgo de distanciarse o dividir al público. La entente se rompe en 1977 y Lucio publica un disco, 'Come è profondo il mare' que defrauda e incluso indigna a buena parte de sus seguidores y a la crítica pero le gana nuevos fans.

Consciente de sus limitaciones, inicia a continuación una fase de colaboración con Francesco de Gregori, con el que realiza la gira 'Banana Republic', llenando los estadios de Italia. Decepciones puntuales aparte, ya nadie puede cuestionar superficialmente que Dalla es uno de los grandes de la canción en Italia. Con una sólida carrera detrás, los 80 serán su década prodigiosa, logrando conciliar finalmente a crítica y público. Su canción 'Caruso' supone la cúpula de un edificio -su carrera- construido con los materiales más diversos e incluso contradictorios, pero de extrema solidez.

Tutta la vita


Para Lucio Dalla terminan los complejos. Mejor o peor, es un letrista autosuficiente, con un mundo personal que ilustrar en sus canciones. Sus letras, con un lenguaje cotidiano y en gran medida lúdico, no están formalmente a la altura de los más grandes pero le bastan para expresarse y llevar al público los sueños y las emociones que pretende comunicar. Ya es un cantautor completo y tiene, además, la vida resuelta, así que hace lo que le da la gana y sus pasos más recientes se orientan hacia la música clásica y la ópera, en la que su vocación teatral-musical parece realizarse de la manera más completa.

Il fiume e la città


No quisiera terminar esta serie sin hacer justicia a algunos de los 'cantautores' que no han tenido un capítulo aparte en ella. Las motivaciones para esa ausencia han sido variadas, desde el hecho de que, como Dalla, no son autores de la mayor parte de las letras o músicas que cantan hasta la evidencia de que no han alcanzado el nivel artístico o de popularidad de los hasta ahora reseñados. La generación a la que pertenecen ha sido, asimismo, un criterio de selección. También -factor importante- cuenta de modo concluyente el hecho de que no me gusten o me parezcan empalagosamente (e inverosimilmente) románticos, estrategia comercial tan despreciable como manida.

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