Sólo la música que me gusta, me llega, me parece necesaria. Toda esa música que, con frecuencia, los medios se empeñan en impedir que escuchemos, pese a que, con mucha frecuencia, es la más valiosa.

lunes, 27 de junio de 2011

Jacques Canetti, el padrino de 'la chanson' (III)

Lo que se puede considerar la 'edad de oro' de Jacques Canetti, que coincide casi exactamente con la de la canción de autor francófona, se extiende entre 1948 y 1962. En ese periodo pasan por su pequeño teatro 'Les trois baudets' las principales figuras, cuya nómina esencial he enumerado al `principio de la primera entrega de esta serie, Esa exposición pública les depara a todos ellos contratos discográficos, presencia en las emisoras de radio y finalmente las bendiciones de los grandes templos del espectáculo, como el Olympia y el Bobino.



Para Canetti, la promoción de los ACI es una prioridad a la que se entrega con un enorme entusiasmo, convencido de la necesidad de dignificar y llenar de contenido un género anquilosado y banal, El éxito acompaña casi todas sus empresas, sus 'descubrimientos' se consagran y muchos de ellos vuelan alto con sus propias alas, a favor del viento nacido en un pequeño teatro de Pigalle, pero la actividad como productor, promotor y agente de Canetti no cesa. 'Les trois baudets' da apoyo al surgimiento de una nueva generación de humoristas, como Pierre Dac, Francis Blanche, Robert Lamoureux, Fernand Raynaud, Darry Cowl, Raymond Devos, Philippe Noiret, Jean-Pierre Darras o Jean Yanne. Produce asimismo los primeros espectáculos de Yves Robert, Raymond Queneau, Pierre Daninos y Francois Billetdoux.



Figuras ya consagradas sin su ayuda actúan en 'Les trois baudets', como Juliette Gréco, Catherine Sauvage, Isabelle Aubret, Philippe Clay, o los Frères Jacques, en un claro reconocimiento a la importancia alcanzada por la iniciativa de Canetti. Éste, mientras tanto, hace girar por toda Francia a 'sus' artistas, lo que, en el caso de Brel, consigue que éste saque de dentro al formidable intérprete, intenso y gestual, que hará rugir de admiración al público. No conforme con eso se traslada a Estados Unidos y Japón con figuras como Yves Montand y Maurice Chevalier, a cuyo éxito en esos países contribuye de modo decisivo.



Los tiempos, sin embargo, están cambiando cuando se inicia la década de los 60 y Canetti, que se ha mudado de Polydor a Philips, se declara incompatible con el nuevo rumbo en 1962. El marketing sustituye a los criterios artísticos en los planteamientos de las discográficas, que, de la mano de una incipiente sociedad de consumo, declara a los jóvenes como objetivo. El éxito espectacular de Françoise Hardy, a sus 17 años, con 'Tous les garçons et les filles' es el pistoletazo de salida. Se imita hasta el ridículo el sistema 'teenager Idol' del otro lado del Atlántico y hacen su aparición toda una cohorte de chicos y chicas jóvenes, superficiales, dispuestos a aceptar todo lo que le proponga un montón de advenedizos en la industria discográfica que creen -y en algunos casos con razón- que un 'superventas' se fabrica, como un detergente o una pasta para sopa.



Nace así 'Les Productions Jacques Canetti', primer ejemplo de la producción discográfica independiente. Para Canetti la música no es un negocio, sino una pasión; la canción no es un producto, sino una pequeña obra de arte y los intérpretes son tanto mejores y más interesantes cuanto sean los autores de sus propias canciones. Para sostener esto no necesita otras evidencias que las que proporciona el fenómeno ye-yé, muchos de cuyos representantes dan muy bien en las fotos a todo color de 'Salut les copains' pero no dan la talla ante el micrófono.

Continuará.

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