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Sólo la música que me gusta, me llega, me parece necesaria. Toda esa música que, con frecuencia, los medios se empeñan en impedir que escuchemos, pese a que, con mucha frecuencia, es la más valiosa.
Phil
Ochs fue en la segunda mitad de los 60, con Bob Dylan pero más genuino que él, el ejemplo
máximo de la joven canción de protesta estadounidense, pero, defraudado por todo y por
todos, alcoholizado y víctima de un desorden bipolar, se suicidó a los
38 años. "Siempre es el viejo el que nos lleva a la guerra,/ siempre es
el joven el que cae./ Mira ahora todo lo que hemos vencido con el sable y
el fusil,/ dime si merece la pena todo eso", decía, entre otras cosas, en esta canción.
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